Cuando Font de Anta compuso en 1919 la marcha «Amarguras», no solo imaginó el rostro de la dolorosa de San Juan de la Palma o su paso de palio en una noche de Domingo de Ramos, también una historia narrada bajo un intenso guión. Tras los acordes del himno de la Semana Santa está descrito a conciencia el pasaje de la calle de la Amargura, el camino al Calvario que Jesús de Nazaret realizó para llegar a la cruz, en cada nota y en cada acorde.
Aún existe debate sobre la autoría de esta sinfonía. Aunque en general se ha aceptado la versión que señala a Manuel Font de Anta, nieto del compositor y fundador de la saga José Font y Marimont, como autor de la misma, hay quien no descarta que pertenezca a su hermano José Font de Anta o incluso que sea fruto del trabajo conjunto de ambos músicos. No obstante, hay un punto en que todas las partes parecen estar de acuerdo: la marcha se concibe como un poema sinfónico de carácter fúnebre a petición del padre de Manuel y José, y también músico, Manuel Font Fernández de la Herranz, registrándose el poema sinfónico con el nombre en plural, es decir, “Amarguras”.
Al analizar en profundidad algunos aspectos de esta composición, hay que
tener en cuenta varias anécdotas. Por un lado su nombre, "Amarguras",
si con “s” al final, así aparece inscrita en el Registro de la Propiedad
Intelectual desde 1924, aunque con el paso de los años se ha aceptado como
“Amargura”. En las últimas grabaciones discográficas, parece ser que se
está queriendo recuperar el nombre original de la pieza, por lo que no dudan en
titularla como está registrada oficialmente la composición.
Otra curiosidad
es que la marcha fue creada por encargo de Manuel Font Fernández de la Herranz
en 1919 a sus hijos Manuel y José que por entonces se encontraban en Madrid. La
petición se llevó a cabo tras varios intentos sin éxito de que compusiera una
marcha para Nuestra Señora de la Amargura de Sevilla. Por ello a través de una
carta en la cual figuraba una foto de la Virgen de la Amargura y una frase que
venía a decir "Ya que a mí no me hacéis caso, ¿seríais capaces de
negárselo a la Virgen que os mando?”. El encargo se debe a que Manuel
Font Fernández, se encontraban muy ligado a la cofradía de la Amargura y pensó
que la mejor forma de rendirle honores a la Virgen de San Juan de la Palma era
componerle una marcha a su dolorosa.
Igualmente
resulta más que curioso, misterioso, que con el paso de los años existen muchas
versiones y discusiones sobre si esta marcha fue compuesta por los dos hermanos
Font de Anta o en solitario por Manuel o José. Parece ser que con fecha
registral de 1924 aparece la marcha a nombre de José Font de Anta. La duda en
cuanto a la autoría reside de que existe otra reseña registral de 1919 que
atribuye la autoría a Manuel Font de Anta. Su primera marcha data de 1905,
titulada Camino del Calvario. A los 18 años, ya dirigió las orquestas del
Teatro principal de Cádiz y del Teatro Mayor de Buenos Aires. El apellido Font
de Anta era considerado como el de los mejores músicos de la época. Aparte de
componer, se dedicaban a dar conciertos por toda Europa y América. Tras los
estudios minuciosos de la partitura de la marcha y ser cotejada junto a varias
composiciones de la familia Font de Anta, los expertos llegan a afirmar que su
creador es indiscutiblemente Manuel, aunque no por ello haya que dejar a un
lado a su hermano José del que se cree que quizás hubiera contribuido mediante
varias sugerencias a piano. La pieza fue nombrada por el autor como
“Poema sinfónico en forma de marcha fúnebre”, de la cual si se sabe con
exactitud que fue instrumentada por el padre, Manuel Font Fernández de la Herranz.
Estudio
Entrando
un poco en el estudio a fondo de la marcha podríamos decir que la forma de la
obra depende del curso de la historia que narra, en este caso del guión
literario que el autor dejo. Por tanto la obra es más libre, no atada a una
forma musical concreta. A pesar de tener una forma más libre, Font de Anta ha
respetado en líneas generales la estructura clásica de la marcha. La diferencia
es que incluye dos tríos en vez de uno, y que al final, introduce un trozo en
forma de saeta. Dividendo por partes podemos decir que comienza simulando los
rumores del cortejo que conduce al Redentor. Los primeros compases, que
constituyen el tema fundamental de la obra, describen la omnipotencia de
Cristo. Continúa el poema con el desarrollo del tema inicial. Constituye el
segundo motivo compases de apacible dulzura, inspiradas en las consoladoras
palabras de San Juan a la Virgen. Dicha frase es interrumpida por los
apóstrofes lanzados por las turbas al Redentor. Esta segunda frase llega a su
más alto grado de sonoridad. Seguidamente comienza el tercer motivo en forma de
coral en pianísimo, evocador de rezos de los creyentes y es interrumpido varias
veces por las trompetas romanas. Continúa el coral en alto grado de sonoridad
dando paso a la simulación del cortejo, dejándose escuchar de nuevo tema base
de la obra descendiendo, emulando como el cortejo desaparece. Como pieza final
se oyen los comienzos de una saeta interrumpida por las campanas, saeta que
queda por terminar como invitando al pueblo para que la continúe; seguidamente
termina con la marcha en su mayor sonoridad como tema fundamental de la marcha.
Manuel
Font de Anta
Como
último detalle resaltar que los estudios realizados desvelan que Manuel Font de
Anta no quería dedicarle tiempo a ésta composición y de hecho se negó varias
veces a hacerla. ¿Es posible que la mejor marcha de la historia fuera escrita
con desgana y por salir del paso? ¿Qué le pasaría por la cabeza a Manuel cuando
recibió la carta con la foto de la Amargura? Podríamos decir que las sensaciones
que le inspiraron serian como una página de dolor, de la cual el autor no llego
a imaginar la trascendencia que tuvieron al ser plasmadas en una partitura esas
sensaciones, para crear la composición que dejo su nombre escrito con letras de
oro en la historia de la música procesional.
La
marcha comienza con unos primeros compases que tratan de evocar los rumores del
cortejo procesional, destacan la omnipotencia de Cristo. Después se desarrolla
el tema inicial. El segundo motivo es una frase de apacible dulzura, una
conversación entre San Juan y la Virgen de la Amargura que llegará a su más
alto grado de sonoridad. El tercer motivo (en forma de coral) en
"pianísimo" traza los rezos de los creyentes interrumpiéndose con el
sonido de las trompetas romanas. Se vuelve a escuchar el tema inicial, el
cortejo ha desaparecido. Se esboza el comienzo de una saeta pero se interrumpe
por campanas culminando, en "fortísimo" esta composición.
La marcha del Pregón
Un dato que nos muestra el impacto de esta marcha en las cofradías
durante el siglo XX es su presencia casi permanente en uno de los grandes actos
de la Cuaresma, como es el Pregón de Semana Santa. Así, desde el inicio del
formato actual del Pregón, en el año 1942, siendo pregonero José María Pemán y
presentador Joaquín Romero Murube, hasta la actualidad, solo han sido dos los
años en que “Amarguras” no ha sonado en este acto, 1946 y 1950.
En el año 1958 se estableció que sus sones se hicieran
presentes todos los años en el anuncio de nuestra Semana Mayor, manteniéndose
hasta el día de hoy, como previa a la intervención del pregonero que elige la
otra marcha que suena en el Pregón, dándose la circunstancia de que en la
mayoría de las ocasiones ha ido acompañada de otros sones fúnebres como “Jesús
de las Penas”, “Virgen del Valle”, “Ione” o “Soleá, dame la mano” cuyo
centenario se celebró en el pasado año y que también lleva la firma de Font de
Anta.