martes, 8 de marzo de 2016

La primera cuadrilla de hermanos costaleros de Marchena fue de la Hermandad de la Borriquita

La primera cuadrilla de hermanos costaleros, del Club Juvenil que marcó un antes y un después en Marchena.   


(Articulo de la Voz de Marchena)


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El presidente de la tertulia La Revirá, Vicente Valenzuela, recordó como a principio de los años 70 se llegó a proyectar un paso de tracción a motor eléctrico nada más y nada menos que para Jesús del Gran Poder. Eran momentos de crisis en el mundo de los costaleros y en Marchena se creó la primera cuadrilla de costaleros del pueblo (se debatió incluso que si de la provincia o no) en 1974 para sacar a los dos pasos de la hermandad de la Borrriquita: "O los dos o ninguno", remarcaría Joaquín Bono, explicando que en principio les fue propuesto sacar sólo uno. Fue una larga historia en el contexto del Club Juvenil de Marchena en cuya fundación fue importante, tal y como se destacó, la persona de Jorge Martín, presente en la tertulia: "Nunca he llegado a entender por qué nos trataban de hacer la vida imposible", afirmó respecto a Ayuntamiento franquista de la época y Guardia Civil, destacando que "jamás se produjo una sola pelea en un lugar frecuentado por 300 personas" y que se creó en unos años de "dictadura pura y dura", como se dijo desde el público, en los que "no se podían reunir más de tres personas juntas en la calle". Para salvar tantos obstáculos, todos los presentes resaltaron la figura de la Iglesia, en especial del Padre Javier, y de la hermandad de la Borriquita con Juan Zapico al frente, quienes consiguieron conectar con un grupo de jóvenes hoy algo menos jóvenes que valoran "el gran apoyo" recibido por sus entonces amigas, novias y mujeres en general, que colaboraron activamente en todo momento.
Que la primera cuadrilla de costaleros nace en el seno del Club Juvenil de Marchena es de todos conocido en nuestra localidad. Sin embargo, anoche, en la tertulia cofrade La Revirá, se desglosaron detalles importantes y anécdotas que fueron claves para ordenar lo que fue un hecho histórico en Marchena y que sigue llamando mucho la atención, por producirse en un contexto tanto político como social que por una parte perseguía cualquier movimiento asociativo, más aún de jóvenes, y que por otro, le interesó en su momento que la hermandad de la Borriquita, a la que sólo le daba el presupuesto para sacar uno de los dos pasos, saliera a las calles, unido al conflicto que se comenzaba a dar en la Semana Santa de la provincia con los antiguos santeros, a los que les perjudicó la entrada de personal no asalariado bajo los pasos, si bien con el tiempo las relaciones entre unos y otros mejorarían.
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Con todos estos elementos en la coctelera y la mesa compuesta por Teresa Navarro, siempre al pie del cañón en sus labores de gran anfitriona de la Revirá, Vicente Valenzuela en la presidencia y al habla el siempre apasionado Joaquín Bono, comenzaría esta tertulia que contó con la presencia de Jorge Martín, quien fuera presidente del Club Juvenil donde todo empezó y cuya precisa memoria fue aportando datos para poner todo en orden, además de expresarse muy emocionado con todo lo que supuso socialmente y para la juventud, el club en ese principio y mediados de la década de los 70, al punto que echó de menos que el profesional de antaño que contaba con cámara de vídeo hubiera dedicado parte de su tiempo a grabar lo que allí se vivía.
Joaquín Bono tuvo palabras de elogio para Jorge Martín: "Sin él no hubiera existido el Club Juvenil", enclave fundamental para que se creara una primera cuadrilla de costaleros que supuso "una revolución en la Semana Santa y que hoy en día sea lo que es en Marchena", declaró, y agradeciendo que Jorge Martín, que había estudiado en Carmona y ya tenía el Preuniversitario, elaborara las bases y Estatutos del Club Juvenil, algo que cuando el propio Jorge lo planteó "nos sonaba a chino" a los que se reunían esporádicamente en la Plaza del Pololo.
Para formar una asociación o club juvenil, debía contarse con la dirección espiritual de un párroco, que por entonces fue Juan Ramón Gallardo, tomando mayor protagonismo en poco tiempo el Padre Javier, que llegó a ser costalero del Señor de la Paz predicando así con el ejemplo y conectando muy bien con los jóvenes, tal y como se destacó durante toda la noche.
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"Estaba prohibido entonces que se juntaran más de tres en la calle", recordó Jorge Martín, por lo cual el club comienza a forjarse en 1972 y tendría como primera sede un local en calle Huerta Gavira. Recordaban algunos que el precio exacto del carnet de socio era de 35 pesetas y que poco a poco, "de cuatro en cuatro personas, unos fueron convenciendo a otros y llegamos a ser más de 300" socios.
La simple intención de pasarlo bien y divertirse más allá de los escasos bares y tabernas para adultos y mayores que existían en Marchena, cuajó magníficamente, e incluso personas de algo de mayor edad que las del promedio (18-20 años) se incorporaron frecuentemente al encontrar allí un excelente lugr de diversión. Además,  otros jóvenes del Círculo Cultural del Movimiento se acercaban al Club Juvenil por ser éste mucho más frecuentado, lo cual levantaba ampollas entre las autoridades políticas y militares del franquismo.
"Allí ayudaban todos, el que era albañil a repellar paredes, el que no, a pintar, otros con la fontanería, y no le dábamos valor a aquello, pero hoy en día lo tiene y mucho, lo que allí se hacía y se vivía tenía su valor", resaltó Jorge Martín, recordando Bono que salvo la actividad política, se organizaban diversas actividades culturales como certámenes literarios, concursos de saetas, etc...
Puestos estos pilares y conocido por la hermandad de la Borriquita que no había otro lugar en Marchena donde encontrar una potencial cantera de costaleros mayor, debido al número de personas que frecuentaban el club, la hermandad "vio el caldo de cultivo de la juventud" en el Club, como diría Joaquín Bono.
La Borriquita tenía presupuesto para sacar un paso o pagar la música, y el otro paso no saldría sin la colaboración de los jóvenes, y si bien pidieron en un primer momento que sólo los más fornidos se metieran bajo un paso temerosos de que no fueran fuertes ni capaces, la situación concluyó con que desde el Club Juvenil se les respondió que "o sacábamos los dos pasos, o ninguno", expresó Joaquín Bono.
No obstante, hasta llegar ahí no fue fácil convencer a los socios del Club Juvenil, pues como explicó Jorge Martín, "eran rebeldes y con razón, las autoridades nos la jugaron, no nos dejaban vivir, un teniente de la Guardia Civil entraba a escondidas a ver si su hija iba por allí, aquello era para las autoridades el infierno, y también para muchos padres que desconfiaban" del Club por serles algo absolutamente extraño en un principio.
Sin embargo, el algo más experto Jorge Martín explicaría que en la Asamblea para decidir si los jóvenes estaban dispuestos a ser costaleros de la Borriquita, se congregaron más de 100 personas ganando mayoritariamente el sí a esta decisión, ya que "los supe calentar y saltaron como resortes", recuerda.





Una de las motivaciones que según Joaquín Bono más espoleó a muchos, fue el apoyo de sus novias, amigas o futuras parejas, pues el hecho de que los acompañaran a los ensayos, y los vieran ese día tan señalado ser los auténticos protagonistas (en el buen sentido de la palabra) en Marchena, no se puede negar que a muchos les puso las pilas, aparte de la ya de por sí afición y devoción cofrade siempre presente en nuestro pueblo más allá de la ideología política en muchos casos, tema éste que daría para un profundo análisis de la dimensión integradora de la Semana Santa en numerosos ámbitos que forman parte de ella.
Jorge Martín, al igual que muchos de los presentes, crítico con las autoridades como la Guardia Civil y el Ayuntamiento franquista de la época, sí distinguió esta postura de la de la Iglesia, que al desmarcarse de las autoridades, fue clave para que se pudiera dar esta revolución, ya que apoyaron tanto el Club Juvenil en sí, como la presencia de los jóvenes de este club bajo los pasos, y en ocasiones, como recordó Jorge, "nos sacaron del tostaero, a mí el Padre Javier me sacó dos veces del cuartel de la Guardia Civil, nunca me dejó solo, es un cura que siempre los ha tenido bien puestos", expresó, tras lo cual Joaquín Bono mostraría el título de costalero que se le entregó en el XXV Aniversario de esta primera cuadrilla.

Retomó Joaquín Bono el asunto del apoyo de las mujeres, recordando que de allí salieron muchas parejas y que ofrecieron un apoyo en todas las facetas, incluso en flanquear el paso para que nadie levantara los faldones ante la expectación por comprobar in situ de algunos, que eran realmente esos chavales quienes llevaban a cuestas el Domingo de Ramos al Señor de la Paz y a María Santísima de la Palma: "Nosotros nos comprometimos a sacar los dos pasos, y si no podíamos, como en un principio se temía el padre Javier, le dijimos que lo íbamos a intentar, y que si no llegábamos pues se quedarían en mitad de la calle los pasos para vergüenza del pueblo de Marchena, pero la íbamos a sacar y la sacamos, y fue un placer encerrar a la Virgen de la Palma sin rozar nada después de muchos años que siempre algo se rompía", destacó Bono sobre la limpieza de esta entrada que reflejaba la entrega y seriedad de ambas cuadrillas.
En este sentido, se fue desglosando por parte de los presentes cómo esa desconfianza inicial previamente impulsada por las autoridades del municipio debido a su inquina a todo lo concerniente con el Club Juvenil, se fue tornando en ovaciones, aplausos y entrega del pueblo de Marchena durante un recorrido repleto de emociones y de alguna dificultad, tal y como se dijo entre el público lleno de costaleros de aquella época, por ejemplo en algunas zancadillas que los antiguos santeros (física y no metafóricamente hablando) lanzaron a lo largo del recorrido, si bien no llegaría a mayores.
También se recordaría como a un fornido costalero le dio un tirón muscular que lo tuvo paralizado para sufrimiento de toda la cuadrilla de la Borriquita durante varios eternos minutos en la salida de la procesión, entre otras anécdotas.
Pero la más significativa, ya recordada en alguna tertulia de años anteriores, fue la de que el Padre Rafael, en señal de respeto, le dio la vara de mando al alcalde de la dictadura Francisco Aguilar Morales, recibiendo la orden la cuadrilla de la Virgen de parte de la cuadrilla del Señor, que los pasos permanecerían parados (aproximadamente a la altura del Pololo) hasta que el alcalde no dejara de llevarla. Discreparon algunos en torno si el padre Rafael entretuvo en casa del hermano mayor, Juan Zapico, al alcalde en la merienda de Domingo de Ramos, o si éste le comunicó al costalero y Padre Javier la actitud contundente de las cuadrillas ante la cuestión y posteriormente le explicó tal cual era el asunto al alcalde, aceptándolo finalmente Aguilar Morales pese a que posteriormente a este hecho la represión sobre el Club Juvenil siguió siendo la misma, según se explicó.

El caso es que la procesión continuó (pese a que mirando atrás, el reto que lanzaron las cuadrillas fue extraordinaria dimensión teniendo en cuenta la época), ante la vigilante mirada de la Corporación Municipal al completo en la Plaza del Ayuntamiento, según relataron los presentes, con algún desmayo de los sufridos costaleros durante el recorrido, pero con un estilo bajo las trabajaderas que nada hacía presagiar para cualquiera que desconociera a estos jóvenes que era la primera vez que se metían debajo de un paso, según se relató, salpicado todo ello de anécdotas como las cantidades de refrescos y no refrescos con las que los bares, volcados con los jóvenes, les fueron obsequiando para reponer fuerzas durante el recorrido: "Y la gente diciendo ole y ole los tíos, y nosotros bailando el paso en San Andrés, fue grandísimo", recordaba Joaquín Bono, al que no se le olvida el ritmo 'aprendido' del porrompompom de los costaleros de la Virgen ante la ausencia de banda musical.

Se agradeció igualmente el trato de la hermandad de la Borriquita con Juan Zapico a la cabeza y sus famosas empanadillas y bocadillos como símbolo del trato cercano que se les dio a estos jóvenes que dieron un ejemplo de unión tanto en este Domingo de Ramos como en las demás actividades que desempeñaron en un Club Juvenil que fue referencia para la convivencia y desarrollo de las vidas, fiestas, alegrías y amores de más de 300 jóvenes de Marchena y no pocos forasteros que acudían: "No hubo ni una pelea en varios años entre toda esa cantidad de gente, ni una, todavía me pregunto por qué desde el Ayuntamiento y las autoridades no nos dejaban vivir", expresaría Jorge Martín, mientras el debate, anécdotas y significancia de todo aquello en el Domingo de Ramos, en la Semana Santa y en Marchena proseguía hasta pasada la medianoche en la Revirá.